JOSÉ CARMEN GARCÍA MTZ

Como parece que algunos ingenieros agrónomos de la Secretaría de Agricultura se mostraban el Ing. Merino Rábago propuso llevar a cabo una competencia entre sus técnicos y el descubridor de la nueva técnica, ambos sembrarían diversas hortalizas en un terreno neutral, en el campo experimental de Tangasneque, Municipio de Villa González cercano a Tampico, Tamps. Y así se hizo. Se dividió el campo en dos partes iguales, de aproximadamente 20 hectáreas cada uno, y se dió comienzo a la labor. Los ingenieros de agricultura utilizaron los sistemas convencionales, abonaron con substancias químicas, etc. el descubridor siguió su propio procedimiento. Ambos se vigilaban unos a otros. Y empezó a escribirse la historia. En abril de 1978, llegó el momento de la cosecha. Los agrónomos oficiales no querían creer lo ocurrido: la diferencia de producción fue del 2000%: ellos obtuvieron 5 toneladas por hectárea, el descubridor en cambio obtuvo ¡107 TONELADAS POR HECTÁREA! Pero a partir de ese día ¡cosas de la política! el Ing. Merino Rábago no volvió a recibir al descubridor, como si quisiera que nuestro pueblo continuara muriéndose de hambre, y en cambio los agrónomos oficiales se pavonean asegurando que el triunfo les correspondió a ellos, inclusive a algunos periodistas que quisieron ver los resultados de la competencia, se les negó el permiso para entrar al rancho, como ocurrió con Martha Venegas, enviada por Jacono Zabludovsky para filmar el instante de la cosecha. Y claro, Francisco Merino Rábago, Secretario de Agricultura, olvidó sus promesas de convertir en parque nacional la Ciudad de las Siete luminarias y de construir una escuela de agricultura en La Joya de Las Flores. Y mientras tanto, los abusivos depredadores han intensificado su labor de destrucción, sacando camiones y más camiones de material de los volcanes y México está en grave peligro de perder uno de los inventos más trascendentales de la Historia, por la envidia de unos cuantos medicros ingenierillos, que ni siquiera son capaces de pensar como científicos, sin celos absurdos y sin mezquindad. Esta es la historia de este fabuloso descubrimiento, del que México deberá sentirse orgulloso algún día.

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